La orquesta West Eastern Divan dirigida por Daniel Barenboim interpretando la Sinfonía nº 7 en La mayor de Beethoven en la Mezquita de Córdoba…
***
Con la llegada de la democracia Pepín pudo reanudar la relación con amigos muy queridos de los años de la Residencia, como Luis Buñuel, Rafael Alberti, Jesús Val y Gay, Rosita García Ascot…Siguió acudiendo a tertulias en los cafés Lyon, Teide, Gijón…Viajó a Toledo para ver a Fernando Chueca en su casa-museo de Muñárriz; y se vio a menudo con Juan Benet.
A partir de la recuperación de la Residencia, el nombre de Pepín comenzó a sonar como uno de los pocos que vivió intensamente la época dorada de La Colina de los Chopos, cuando a ella iban a hacer música Francis Poulene, Ricardo Viñes, Darius Milhaud, Manuel de Falla, Wanda Landowska, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Joaquín Turina, Conrado del Campo, Ernesto y Rodolfo Halffter, Julián Bautista, Rafael Benedito, Gustavo Durán, Salvador Bacarisse, Gustavo Pittaluga, Jesús Corvino, Sedano, Martínez Torner, Lola de la Torre…Cuando allí daban cursos Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso y conferencias Unamuno, Azorín, Ortega, D´Ors, Díez-Canedo, Federico de Onís o Luis de Zulueta. Donde había un laboratorio de fisiología y de anatomía patológica con científicos como Juan Negrín, Hernández Guerra, Corral, García Valdecasas, Rafael Méndez, Severo Ochoa, Grande, Blas Cabrera, Achúcarro, Abelardo Gallego o Pío del Río Ortega y su discípulo Leopoldo López García. En aquellos años uno podía encontrarse en el comedor a Antonio Machado, Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Rafael Lapesa, Eugenio D´Ors, Paul Valéry, G.K. Chesterton, Marie Sklodowska (Madame Curie), incluso al mismísimo Albert Einstein, cuya visita llevó a Blas Cabrera a publicar Principios de la relatividad.
Fueron residentes, entre muchos otros, el cardiólogo Luis Calandre, el filólogo Antonio G. Solainde, el geólogo Pedro Castro, el psiquiatra Miguel Prados, el químico J. Renedo. Y el educadísismo, escéptico, amigo de sus amigos, irreductible en su ejemplar sentido moral, agitador del surrealismo, noctámbulo impenitente, bebedor de buena cerveza, inventor de neologismos, wagneriano de pro y admirador incondicional de Beethoven, es decir, José Bello Lasierra, autor, entre otros escritos, del primero y del último de los capítulos de la novela dadaísta Lucas Grupo o el héroe andorrano, hasta ahora perdidos. Su escasa y desconocida obra llevó a Bergamín a considerarlo “padre extraliterario” de los surrealistas españoles, y en cierto modo lo fue.
Introducción a un texto surrealista de Pepín Bello.
Andrés Ruiz Tarazona
Burgos, 22 de Mayo de 1952
Querido Alfonso: el miércoles llegó Wagner. Con anterioridad me había escrito anunciándome su llegada y su estancia aquí conmigo durante unos días. Excuso decirte mi alegría. Bajé a esperarle. Vino en el mixto de Miranda a las tres y media de la madrugada. El encuentro en la estación puedes imaginarte que no carecía de emoción para mí. Él no me conocía. Yo a él… ¡quién desconoce al gran Ricardo Wagner! En cuanto le vi en la ventanilla me acerqué con el corazón palpitante.
(…)
Visita de Richard Wagner a Burgos. José «Pepín» Bello.
¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía! …
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A Córdoba. Luis de Góngora
*
Diez años atrás, al morir Miguel Hernández rodando por los calabozos de la crueldad falangista, ante la indiferencia de los poetas sometidos al gusano entorchado, escribí yo en México una elegía a su gloria de poeta y a su muerte de español enterizo, que después entró a formar parte de uno de mis libros. Ha pasado el tiempo, las cadenas que oprimen a España se han apretado más sobre su cuerpo, y la voz de Miguel Hernández, lejos de apagarse, sigue creciendo, creciendo, como alimentada por una savia juvenil. Vivo está el poeta como cuando cantaba desde el hondón de su sangre ribereña, y vivo está el pueblo que lo vio subir al árbol de la poesía, a pesar de los martirios que sobre él han caído. Y en esta fusión de vida, de vidas inagotables y altas, está la íntima razón de la esperanza: nuestro mañana deslumbrante, en cuyos destellos seguirá brillando, entre su pueblo liberado, la frente del poeta, como la paloma en el cielo estival.
Miguel fue entre nosotros el mejor. Y, al decir nosotros, me refiero a los poetas y escritores españoles de mi generación. El más entrañable, el más sincero, el más heroico también. Distante del señoritismo poético, que abrevábase, entonces como ahora, en las virtuosidades de la técnica y no en el latido del hombre, lo genuino de España afloraba en su verso con una violencia y una diafanidad de borbotón serrano, y la experiencia subjetiva, que en él era íntima comunión con la naturaleza y con los humildes hombres del terrón, se volcaba generosamente hacia afuera buscando la ronda de manos fraternales.
De la mano áurea de nuestros grandes clásicos -Garcilaso, Lope, Góngora, Quevedo- llegó Miguel a la poesía. Era en la edad rural de su iniciación, en la natal y levantina Orihuela. Lecturas y rebaños. El despertar a un mundo mágico, desde el aciago mundo del trabajo, con la raíz hincada en la soledad vegetal. Un sosegado y verde río llenaba de esmeraldas errátiles sus pupilas. «Lo fugitivo permanece y dura», que dijo transido de eternidad el otro gran poeta de la Torre de Juan Abad. Al fondo unos montes como descarnados por amarillos desgarrones, montes secos y violentos…
Juan Rejano. El Nacional, (México), 14 de diciembre 1952
(Fragmento) Biblioteca Hernandiana , documento 5. pág.116, recopilación de Alberto Enrique Perea.
Escribe Rejano «…escribí yo en México una elegía a su gloria de poeta y a su muerte de español enterizo, que después entró a formar parte de uno de mis libros». aquí la elegía:
AL MORIR EL POETA MIGUEL HERNÁNDEZ
(1942)
DOS TIEMPOS DE LLANTO
1
Como un terrón que escapa del surco hacia los cielos,
cargado de asperezas y fragancias,
apareciste, hermano.
Contigo se elevaron la espiga y la paloma,
el íntimo perfume del romero,
el balido inocente de la oveja más tierna.
Te recuerdo invadido de rumores
como un olivar triste,
con la frente combada hacia la aurora
y un clavel horadándote las manos.
Te recuerdo de miel y espino seco.
En tus abarcas de pastor llevabas
todo el rocío virgen, todo el fuego
increado del alba;
en tu zamarra un áspero rumor de encinas graves
y más adentro,
sobre tu corazón, la voz del río
donde, embriagado ruiseñor, creciste.
Oh, cantor milagroso de la ternura agreste,
un mastín te guardaba la osamenta
y a la puerta encrespada de tus venas
suspiraba una alondra.
Eras una raíz tan amorosa,
erguida con tal furia entre los hombres,
que se te oía correr la sangre hermosa
como un galope de caballos jóvenes
sujetos por un freno de alhelíes.
Un temblor de amapolas y trigales maduros
se asomaba a tus ojos
y una violenta sed te rodeaba,
una sed escondida
en los siglos de llanto,
en el hombre, en la piedra, en las retamas
que a nuestros campos dieron
su inmemorial tristeza.
Tierra tú mismo te nombraste, tierra,
y de la tierra fuiste a despertar al pueblo,
a ceñirle coronas,
a restañarle heridas
cuando la soledad y la agonía
como rosas de espanto a su sien se asomaban.
Ay, tu gloria fue entonces,
tus matinales nupcias con lo eterno.
Nadie puede decir cuándo morimos
para nacer al alba perdurable,
pero en aquella unión de sangre y tierra
te brotaron entrañas en la entraña,
alas crecieron de la pana honrada
que tu cuerpo vestía,
y tu canción se alzó sobre la muerte,
heroica, deslumbrante,
porque a la muerte misma se ofrendaba.
Solitario cabrero del verbo apasionado,
allí sigues viviendo, en ese instante
conmovido respiras,
sueñas,
cantas.
No has muerto, no pudieron
matarle los que a golpes de rencor te mataron.
La tierra no perece, y tú eres tierra,
toda la noble tierra de España que ahora cubre
tantos sueños tronchados.
Tú eres, niño de fuego, la esperanza.
2
Como un lucero herido que a la tierra desciende
después de dar su luz al mundo ciego,
partiste hacia las sombras.
Mírame aquí cantando con mis lágrimas
tu ausencia irreparable,
los enlutados ecos de tu canto.
Entre mis manos guardo su fulgor que no cesa :
España, tu gemido de fruto desangrado.
Juan Rejano 1942.
(Tambien en el Nacional el 29-XI-42, en «Libro de los homenajes» 1961, y otras ediciones)
Del Archivo Histórico de Radio España Independiente, fue entregada en los 80 en el Archivo Central del P.C.E.: en ella y precedida de unas palabras de Juan Rejano figura la voz de Miguel Hernández recitando la Canción del esposo soldado.
BIBLIOGRAFIA DE JUAN REJANO
1921 “Pandereta andaluza”.
1928 “El Modernísmo en la literatura y en el arte” (ensayo).
1943 “Fidelidad del Sueño”.
1944 “El poeta y su pueblo”.
1944 “El Genil y los Olivos”.
1944 “El poeta y su pueblo. Un símbolo Andaluz: Federico García Lorca”.
1945 “La esfinge Mestiza. Crónica menor de México”.
1947 “Víspera heroica. Canto a las guerrillas de España”.
1948 “El Oscuro límite”.
1949 “Noche adentro”.
1949 “Oda Española”.
1950 “Constelación menor”.
1953 “Poemas de la Nueva Polonia”.
1953 “Poemas de Adam Mickewicz”.
1955 “Canciones de la Paz”.
1956 “La respuesta. En memoria de Antonio Machado”.
1958 Prologa” EL CIERVO”, de León Felipe.
1959 “Diario de China”.
1960 “El Río y la Paloma”.
1961 “Libro de los homenajes”.
1963 “Elegía rota para un himno. En la muerte de Julián Grimau”.
1966 “El Jazmín y la Llama”.
1971 “Antonio Rodríguez Luna”.
1975 “Alas de Tierra” (selección antológica).
1976 “Antología” (póstuma).
1976 “La tarde” (póstuma).
1977 “Elegías Mexicanas” (póstuma).
1977 “Poesías” (póstuma).
1978 “La Mirada del Hombre” (Antología póstuma).
1983 “Antología de la ausencia” (póstuma).
1987 “Poemas” (póstuma).
1988 “La mirada del hombre” (póstuma).
1989 “Siete poemas inéditos” (póstuma).
1989 “Acordes. Las cuatro estaciones” (póstuma).
1991 “Antología poética” (póstuma).
1991 “Diario de China” (póstuma).
1993 “Entre dos reinos”(contiene los poemas “Entre dos reinos”, “El Genil”,
“Los olivos” y “Plenitud”). (póstuma).
NOTAS
1) -La edición del libro homenaje a Juan Rejano de Litoral y el Ayuntamiento de Málaga, deja mucho que desear. No le consta año de publicación,no tiene Depósito Legal, carece de índice de poemas y nombres de personas que participaron en este homenaje, nombres que en justo reconocimiento me permito recoger.
Nombres para un homenaje a Juan Rejano [1980].
Textos:
Pablo Neruda
José Herrera Petere
Rafael Alberti
Dolores Ibarruri
Jorge Guillén
Francisco Ayala
Manuel Andújar
Jacinto Luis Guereña
Javier Villán
Simón García Montero
Francisco Giner de los Ríos
María Teresa Hernández
José Luis Cano
Etelvina Astrada
Aurora de Albornoz
Mariano Roldán
Alfonso Yuste Alvarez
Enrique de Rivas
Teresinka Pereisa
Antonio Rodríguez Jiménez.
Juvenal Soto
Juan Carlos Millán Rejano
Francisco Peinado
Ilustradores:
Picasso
José Bergamín
Miguel Prieto
Lorenzo Saval
Rafael Pérez Estrada
Santiago
Elvira Gascón
Manuel Ángeles Gascón
Santarén
José Antonio Díaz del Teixidor
Darío Carmona
Ana Casals
López de Moral
2).- Nombres que aparecen en el diario «El Sol», correspondiente al 19 de noviembre de 1936: José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Miguel Prieto, Alberto Sánchez, Salvador Bacarisse, Gabriel García Maroto, María Teresa León, Rafael Dieste, Arturo Souto, Arturo Serrano Plaja, Felipe Camarero, Rafael Alberti y Emilio Prados.
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¿Quién va allí? por Walt Whitman Versión de: León Felipe
¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo… ¡quién es aquél?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es el hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tú?
Cuanto yo señale como mío,
Debes tú señalarlo como tuyo,
Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y
podredumbre,
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos;
y la conformidad para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.
¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado de mis huesos.
Soy fuerte y sano.
Por mi fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mi.
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse con el compás de un
carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la
noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy mas orgulloso que los cimientos desde los
cuales se levanta mi casa.)
Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el mas grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré…
esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tu llamas disolución
porque conozco la amplitud del tiempo.
De tanto estar mi voz a vuestro lado y a vuestro lado estar mi sombra
y de mirar tan Juntos en la muerte el mismo cielo azul cada mañana, ‘
tan íntimos andáis ya por mi sangre y bajo mi memoria recibidos,
que no os llamaré hermanos en mi tierra: sois más, pues que habitáis mi propio cuerpo.
Por él habéis andado y perseguido
esa gloria feliz que, ya lograda, es libertad que nuestro amor domina.
Fuera también pisáis las mismas flores. Y hoy nos separan: nuestra España hermosa
deja salir un río de nobleza que otras veces fue sangre enardecida:
¡ay!, ¿qué otra pena el tiempo le depara?
Hoy la razón aleja en nuestra vida lo que persigue el sueño generoso
y el sano pensamiento no consigue; pero quizás el sueño será alzado
y como el agua sube hasta la nube que ambicionó por sus profundas cuevas,
escalando el dolor llama tras llama el sueño será al fin razón del día.
Entonces volveréis. Será un remanso
sobre Europa mi patria, y sus estrellas, con la paz más ceñidas sobre el suelo,
alumbrarán las tumbas de los héroes.
Juntos aquí reposan, como juntos vivimos los que aún la muerte tiene preparados
al duro sacrificio de la guerra. Juntos habréis de estar con los que queden.
Que vuestro corazón lleve el paisaje
que tanto habéis mirado y defendido y cada olivo en flor, cada granado
por vuestra causa viva y os espere.
Estáis en mí, conmigo y sois mi sangre dentro del arca frágil de mi cuerpo,
pero cada español lo mismo dice hoy que os ve desfilar junto a su mano.