Nos Queda La Palabra

enero 31, 2010

…uma coisa que está comigo.

 

Alberto Caeiro – O amor é uma companhia

El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo por los caminos,
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más deprisa
y ver menos, y al mismo tiempo disfrutar de ir viéndolo todo.
Incluso la ausencia de ella es una cosa que está conmigo.
Y ella me gusta tanto que no sé cómo desearla.Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los árboles altos.
Pero si la veo tiemblo, no sé que ha sido de lo que siento en su ausencia.
Todo yo soy cualquier fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como a un girasol con el rostro de ella en el medio.
O amor é uma companhia.
Já não sei andar só pelos caminhos,
Porque já não posso andar só.
Um pensamento visível faz-me andar mais depressa
E ver menos, e ao mesmo tempo gostar bem de ir vendo tudo.
Mesmo a ausência dela é uma coisa que está comigo.
E eu gosto tanto dela que não sei como a desejar.Se a não vejo, imagino-a e sou forte como as árvores altas.
Mas se a vejo tremo, não sei o que é feito do que sinto na ausência dela.
Todo eu sou qualquer força que me abandona.
Toda a realidade olha para mim como um girassol com a cara dela no meio.

10-7-1930
“O Pastor Amoroso”. In Poemas de Alberto Caeiro. Fernando Pessoa. (Nota explicativa e notas de João Gaspar Simões e Luiz de Montalvor.) Lisboa: Ática, 1946 (10ª ed. 1993). pp.100.

Extraído de la bitácora «Un Año con Pessoa»  de Carlos Ciro

  Pessoas de Pessoa    (http://pessoasdepessoa.wordpress.com/)

Versiones
Todas las versiones españolas de textos pessoanos (de y sobre Pessoa) que aparecen en este blog han sido realizadas por el creador del Blog, Carlos Ciro. Los textos originales citados pueden, en general, encontrarse en el dominio público en diversos puntos del ciberespacio

enero 30, 2010

I’d like to go there now …

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Foxtrotx1

11-11-1967

 

Small Faces

Itchycoo Park

Over Bridge of Sighs,
To rest my eyes in shades of green.
Under dreaming spires,
To Itchycoo Park, that’s where I’ve been.

What did you do there?
(I got high.)
What did you feel there?
(Well I cried.)
But why the tears there?
(Tell you why,)
It’s all too beautiful.
It’s all too beautiful.
It’s all too beautiful.
It’s all too beautiful.

I feel inclined to blow my mind.
Get hung up, feed the ducks with a bun.
They all come out to groove about,
Be nice and have fun in the sun.

I’ll tell you what I’ll do.
(What will you do?)
I’d like to go there now with you.
You can miss out school.
(Won’t that be cool!)
Why go to learn the words of fools?

What will we do there?
(We’ll get high.)
What will we touch there?.
(We’ll touch the sky.)
But why the tears then?
(I’ll tell you why,)
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).

I feel inclined to blow my mind.
Get hung up, feed the ducks with a bun.
They all come out to groove about,
Be nice and have fun in the sun.

It’s all too beautiful.
It’s all too beautiful.
It’s all too beautiful.

Ha!

It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too beautiful (beautiful).
It’s all too…

 

Fuente l Letras de canciones ( http://es.mp3lyrics.org/hNm)

 

enero 29, 2010

…al pequeño dios que se ha creado.

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El talento

Anton Paulovich Chejov

 

 El pintor Yegor Savich, que se hospeda en la casa de campo de la viuda de un oficial, está sentado en la cama, sumido en una dulce melancolía matutina.

     Es ya otoño. Grandes nubes informes y espesas se deslizan por el firmamento; un viento, frío y recio, inclina los árboles y arranca de sus copas hojas amarillas. ¡Adiós, estío!

     Hay en esta tristeza otoñal del paisaje una belleza singular, llena de poesía; pero Yegor Savich, aunque es pintor y debiera apreciarla, casi no para mientes en ella. Se aburre de un modo terrible y sólo le consuela el pensar que al día siguiente no estará ya en la quinta.

     La cama, las mesas, las sillas, el suelo, todo está cubierto de cestas, de sábanas plegadas, de todo género de efectos domésticos. Se han quitado ya los visillos de las ventanas. Al día siguiente, ¡por fin!, los habitantes veraniegos de la quinta e trasladarán a la ciudad.

     La viuda del oficial no está en casa. Ha salido en busca de carruajes para la mudanza.

     Su hija Katia, de veinte años, aprovechando la ausencia materna, ha entrado en el cuarto del joven. Mañana se separan y tiene que decirle un sinfín de cosas. Habla por los codos; pero no encuentra palabras para expresar sus sentimientos, y mira con tristeza, al par que con admiración, la espesa cabellera de su interlocutor. Los apéndices capilares brotan en la persona de Yegor Savich con una extraordinaria prodigalidad; el pintor tiene pelos en el cuello, en las narices, en das orejas, y sus cejas son tan pobladas, que casi le tapan los ojos. Si una mosca osara internarse en la selva virgen capilar, de que intentamos dar idea, se perdería para siempre.

     Yegar Savich escucha a Katia, bostezando. Su charla empieza a fatigarle. De pronto la muchacha se echa a llorar. Él la mira con ojos severos al través de sus espesas cejas, y le dice con su voz de bajo:

     -No puedo casarme.

     -¿Pero por qué? -suspira ella.

     -Porque un pintor, un artista que vive de su arte, no debe casarse. Los artistas debemos ser libres.

     -¿Y no lo sería usted conmigo?

     -No me refiero precisamente a este caso… Hablo en general. Y digo tan sólo que los artistas y los escritores célebres no se casan.

     -¡Sí, usted también será célebre, Yegor Savich! Pero yo… ¡Ah, mi situación es terrible!… Cuando mamá se entere de que usted no quiere casarse, me hará la vida imposible. Tiene un genio tan arrebatado… Hace tiempo que me aconseja que no crea en sus promesas de usted. Luego, aún no le ha pagado usted el cuarto… ¡Menudos escándalos me armará!

     -¡Que se vaya al diablo su mamá de usted! Piensa que no voy a pagarle?

     Yegor Savich se levanta y empieza a pasearse por la habitación.

     -¡Yo debía irme al extranjero! -dice.

     Le asegura a la muchacha que para él un viaje al extranjero es la cosa más fácil del mundo: con pintar un cuadro y venderlo…

     -¡Naturalmente! -contesta Katia-. Es lástima que no haya usted pintado nada este verano.

     -¿Acaso es posible trabajar en esta pocilga? -grita, indignado, el pintor-. Además, ¿dónde hubiera encontrado modelos?

     En este momento se oye abrir una puerta en el piso bajo. Katia, que esperaba la vuelta de su madre de un momento a otro, echa a correr. El artista se queda solo. Sigue paseándase porla habitación. A cada paso tropieza con los objetos esparcidos por el suelo. Oye al ama de la casa regatear con los mujiks cuyos servicios ha ido a solicitar. Para templar el mal humor que le produce oírla, abre la alacena, donde guarda una botellita de vodka.

     -¡Puerca! -le grita a Katia la viuda del oficial- ¡Estoy harta de ti! ¡Que el diablo te lleve!

     El pintor se bebe una copita de vodka, y las nubes que ensombrecían su alma se van disipando. Empieza a soñar, a hacer espléndidos castillos en el aire.

     Se imagina ya célebre, conocido en el mundo entero. Se habla de él en la Prensa, sus retratos se venden a millares. Hállase en un rico salón, rodeado de bellas admiradoras… El cuadro es seductor, pero un poco vago, porque Yegor Savich no ha visto ningún rico salón y no conoce otras beldades que Katia y algunas muchachas alegres. Podía conocerlas por la literatura; pero hay que confesar que el pintor no ha leído ninguna obra literaria.

     -¡Ese maldito samovar! -vocifera la viuda-. Se ha apagado el fuego. ¡Katia, pon más carbón!

     Yegor Savich siente una viva, una imperiosa necesidad de compartir con alguien sus esperanzas y sus sueños. Y baja a la cocina, donde, envueltas en una azulada nube de humo, Katia y su madre preparan el almuerzo.

     -Ser artista es una cosa excelente. Yo, por ejemplo, hago lo que me da la gana, no dependo de nadie, nadie manda en mí. ¡Soy libre como un pájaro! Y, no obstante, soy un hombre útil, un hombre que trabaja por el progreso, por el bien de la humanidad.

     Después de almorzar, el artista se acuesta para «descansar» un ratito. Generalmente, el ratito se prolonga hasta el obscurecer; pero esta tarde la siesta es más breve. Entre sueños, siente nuestro joven que alguien le tira de una pierna y le llama, riéndose. Abre los ojos y ve, a los pies del lecho, a su camarada Ukleikin, un paisajista que ha pasado el verano en las cercanías, dedicado a buscar asuntos para sus cuadros.

     -¡Tú por aquí! -exclama Yegor Savich con alegría, saltando de la cama- ¿Cóma te va, muchacho?

     Los dos amigos se estrechan efusivamente la mano, se hacen mil preguntas…

     -Habrás pintado cuadros muy interesantes -dice Yegor Savich, mientras el otro abre su maleta.

     -Sí, he pintado algo… ¿y tú?

     Yegor Savich se agacha y saca de debajo de la cama un lienzo, no concluido, aún, cubierto de polvo y telarañas.

     -Mira -contesta-. Una muchacha en la ventana, después de abandonarla el novio… Esto lo he hecho en tres sesiones.

     En el cuadro aparece Katia, apenas dibujada, sentada junto a una ventana, por la que se ve un jardincillo y un remoto horizonte azul.

     Ukleikin hace un ligera mueca: no le gusta el cuadro.

     -Sí, hay expresión -dice-. Y hay aire… El horizonte está bien… Pero ese jardín…, ese matorral de la izquierda… son de un colorido un poco agrio.

     No tarda en aparecer sobre la mesa la botella de vodka.

     Media hora después llega otro compañero: el pintor Kostilev, que se aloja en una casa próxima. Es especialista en asuntos históricos. Aunque tiene treinta y cinco años, es principiante aún. Lleva el pelo largo y una cazadora con cuello a lo Shakespeare. Sus actitudes y sus gestos son de un empaque majestuoso. Ante la copita de vodka que le ofrecen sus camaradas hace algunos dengues; pero al fin se la bebe.

     -¡He concebido, amigos míos, un asunto magnífico! -dice-. Quiero pintar a Nerón, a Herodes, a Calígula, a uno de los monstruos de la antigüedad, y oponerle la idea cristiana. ¿Comprendéis? A un lado, Roma; al otro, el cristianismo naciente. Lo esencial en el cuadro ha de ser la expresión del espíritu, del nuevo espíritu cristiano.

     Los tres compañeros, excitados por sus sueños de gloria, van y vienen por la habitación como lobos enjaulados. Hablan sin descanso, con un fervoroso, entusiasmo. Se les creería, oyéndoles, en vísperas de conquistar la fama, la riqueza, el mundo. Ninguno piensa en que ya han perdido los tres sus mejores años, en que la vida sigue su curso y se los deja atrás, en que, en espera de la gloria, viven como parásitos, mano sobre mano. Olvidan que entre los que aspiran al título de genio, los verdaderos talentos son excepciones muy escasas. No tienen en cuenta que a la inmensa mayoría de los artistas les sorprende la muerte «empezando». No quieren acordarse de esa ley implacable suspendida sobre sus cabezas, y están alegres, llenos de esperanzas.

     A las dos de la mañana, Kostilev se despide y se va. El paisajista se queda a dormir con el pintor de género.

     Antes de acostarse, Yegor Savich coge una vela y baja por agua a la cocina. En el pasillo, sentada en un cajón, con las manos cruzadas sobre las rodillas, con los ojos fijos en el techo, está Katia soñando…

     -¿Qué haces ahí? -le pregunta, asombrado, el pintor- ¿En qué piensas?

     -¡Pienso en los días gloriosos de su celebridad de usted! -susurra ella-. Será usted un gran hombre, no hay duda. He oído su conversación de ustedes y estoy orgullosa.

     Llorando y riendo al mismo tiempo, apoya las manos en los hombros de Yegor Savich y mira con honda devoción al pequeño dios que se ha creado.

 

El talento.  A. Chejov ; la traducción del ruso ha sido hecha por N. Tasín

 

Fuente l Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

enero 28, 2010

…queriendo a los que quiero.

 

esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad
ella sigue a su cuerpo
espléndido como un golpe de vino en medio de
los hombres
su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de
Italia pasa por buenos aires
ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades y
ciudades de besos
hermosas libres con su sombra a repartir con los
amantes mundiales
ofelia por tus pechos pasa como un temblor de
caballadas a medianoche por Florencia
tus pechos altos duros come il palazzo vecchio
una tarde del verano de 1957
iba yo por Florencia rodeado de tus pechos sin
saberlo
era igual la delicia la turbación el miedo
las sombras empezaban a andar por las callejas
con un olor desconocido
algo como tus pechos después de haber amado
eras oscura ofelia para entonces y enormemente
triste
una adivinación una catástrofe
un oleaje de olvido después de la ternura
una especie de culpa sin castigo
de furia en paz con su gran guerra
andabas por Florencia con tus pechos yendo
viniendo por las sombras
con saudade de mí seguramente
tu hombro izquierdo digamos
lloraba a tus espaldas o largaba sus ansias lentas
en el crepúsculo y ellas venían a mi sangre
o era un temblor como un presagio
gracias te sean dadas ojos míos
yo les beso las manos bésoles muy los pies
gracias narices mías muchas gracias oídos con
que escucho los ruidos de la ofelia
antes apenas era una ciudad de Italia
sus tiros me llenaban de otra desgracia el
corazón.

Juan Gelman

Incluido en Debí decir te amo. Sus mejores poemas de amor. Antología Personal. Juan Gelman.
Editorial Planeta. Poesía Planeta. Madrid. 1997.

 

Fuente l Poesía en español

.

«¿Quién dice que la poesía es inútil?»

Juan Gelman, premio Cervantes, es considerado uno de los más importantes poetas en lengua española. Aquí habla de su vida, su infancia, su juventud, su familia, su nieta y el oficio de escribir maravillas en forma de verso

Por Rodolfo Braceli
Para LA NACION – Buenos Aires, 2010

La conversación, esta conversación, empezó en 1965. Entretanto, media vida. O un pestañeo de tiempo, si es el sol el que mira.
(…)
Traigo yo un par de fotos del encuentro de hace 44 años. Se las mostraré más tarde. Empiezo con una pregunta grave:
-¿Cómo te llevás, Juan, con eso que llamamos «el tiempo»?
-El único consuelo es que envejece con uno.
-Los años vienen más cortos, ¿nos están afanando? A vos, ¿cuántos meses te duró este año?
-Esto depende de lo que pase, viejo, a mí me resultó muy largo. Es lo que llaman el tiempo psicológico. Pero si pienso que voy a cumplir 80, digo ¡pucha, qué rápido pasó!
-¿Cómo es eso de tener 80?
-Lo estoy averiguando.
-¿Te jode si hablamos lo menos posible de literatura?
-De lo que quieras. Vos preguntá.
(…)
-¿Te recordás naciendo?
-¡Por supuesto! Lo que me costó. Parece que mi madre estaba bien conmigo y no me dejaba afuera. Estuvo veintiséis horas en lo que se llamaba la cama dura, hasta que yo, peleando un poco, pude salir, con cinco kilos y medio. Me llamaban el torito de la sala y según mi mamá, me quiso robar una monja.
-Una monja, casualmente.
-Creo que esto pertenece a la leyenda familiar.
-Por ahí no es leyenda. Alguna vez Bradbury me contó que chequeó con su madre cosas que él recordaba de su cuarto día. Por ejemplo, al doctor que se inclinaba sobre él con el bisturí para la circuncisión.
-No sé, no sé…
-¿Te suena a mentira?
-Más bien me resulta no cierto.
(…)
-Para muchos no de carne, de fútbol somos. ¿El fútbol te interesa?
-Sí, claro, por supuesto.
-Seguro hincha de Atlanta.
-Sí, hombre, no me lo recuerdes. Siempre de Atlanta, ¡aunque ganara!
(…)
-¿Y tu mamá?
-Ella apoyó esta pequeña empresa. Mi padre enfermó, años padeció lo que supongo que era un cáncer, porque lo tuvieron que operar, y ella sostuvo la casa. Por otra parte, era una mujer culta, leía mucho. No sé cómo hacía, pero a mi hermana y a mí nos llevaba una vez por año al Colón, al paraíso. No sé, juntaría los centavitos. Ahí escuché a lo mejor de la época. Un acontecimiento para los hijos era. Cuando las cosas mejoraron, nos puso a estudiar piano y demás… me llevaba al cine…
-Siempre hay una película iniciática.
-Sí, me acuerdo que me llevó a ver… esa película del panadero que quiere suicidarse porque lo engaña la mujer… También me llevaba al teatro. En su juventud estudiaba medicina; se produce la revolución rusa y cambia todo. Y mi papá también era un hombre culto, participó en la revolución rusa de 1905. Cosa que nunca me dijeron en casa pero que yo averigüé con la familia en Moscú, cuando fui. Él era uno de esos obreros activistas del centro de Europa y del Este, que sabían de todo: política, economía, historia, literatura, lingüística… Dirigentes obreros así raro que haya.
(…)
-No te queda otra que ser ciudadano del mundo.
-Vos sabés que eso no existe, porque, mirá, yo no creo que exista tampoco el amor a la humanidad.
-¿Y aquello del amor universal?
-Uno no puede querer a la humanidad entera, no existe el amor universal; no puedo querer a los militares que mataron a mi hijo. Entonces mi amor es bastante selectivo.
(…)
-¿Cuál fue el libro que primero te sacudió?
-Mirá, leía las cosas escolares, pero a los 8 o 9 años empecé con los clásicos españoles, no Quevedo sino los poetas del siglo XIX. El primer libro que me produjo una emoción muy grande fue Humillados y ofendidos, de Dostoievski, que tenía mi hermano… Él tenía una habitación arriba, con una escalera de hierro. Un domingo se fue y subí y le saqué ese libro. Me senté en la escalera y me lo leí de arriba a abajo. Después estuve en cama dos días con fiebre. Tenía 14 años. Y no era que estuviera resfriado ni nada por el estilo. Eso fue una conmoción tremenda. Seguramente tuve lecturas superiores, pero ésa fue la que… no sé, me impresionó de un modo muy particular.
-¿En qué momento te das cuenta de tu vínculo con la poesía?
-Vos sabés que eso no es fácil, ¿no? En el Colegio Nacional de Buenos Aires conocí al que después se convirtió en una especie de hermano, Marcelo Ravoni, un poeta italiano que ya falleció. Nos mostrábamos las cosas, pero, bueno, uno entonces no pensaba que iba a ser poeta ni nada por el estilo.
(…)
-Aparte del emprendimiento familiar, ¿por dónde se te dio?
-Mirá, cuando tenía 19, trabajé para una revista de las aseguradoras. Iba adonde pasaba algo, a ver si tenían seguro o no. En general tenían. Pero una vez me tocó ir al puerto porque se había incendiado una lancha que era de dos hermanos; llego y estaban de lo más alicaídos. Ahí les digo: «Ustedes tenían seguro, ¿no?» «Se venció ayer», me dicen. Volví con esa historia, agobiado, y el director se restregó las manos y «¡Fantástico, escribila ya!». La escribí y me fui. Terrible.
-Más que amarillo, periodismo sádico.
-Sí, crónicas sádicas… Voy a pedir otro café… (Hace una seña, «Cortado con espuma de leche, por favor. Y agua».) Bueno, después trabajé de camionero.
(…)
-¿Cuándo te das cuenta de que lo tuyo es la poesía?
-Con este amigo Marcelo, a los 17, merodeaba por revistas literarias. Había un grupo de poetas que andaban por los 23, incluso habían publicado; se reunían en un café, les presentábamos poemas ¡y siempre desaprobaban los míos! Entonces un día dije esto no puede ser, tan malo no soy. Escribí uno y se lo atribuí a un poeta hebreo del siglo XII. Llegué al café y les dije «Miiiren, traje este poema; no sé si lo quieren leer…» «Sí, sí, cómo no.» Se deshicieron en elogios. Ahí me di cuenta de varias cosas y de la más importante: lo único que vale es la escritura. Nada más. Me di cuenta de la vanidad que rodea a toda esta historia.
-Hablando de la utilidad de la poesía se dice que sirve para «levantar mujeres». ¿Vos le diste ese uso alguna vez?
-Cuando tenía 9 años. Quería enganchar a una vecinita de 11 y yo le mandaba poemas de Almafuerte como si fueran míos.
-¿Y?
-No pasaba nada, entonces dije bueno voy a escribir yo.
-¿Y?
-Nada, pero yo seguí. Me consta que hay gente que ha usado mi poesía. Yo escribí un poema que se llama «Ofelia» y que empieza diciendo «Esta Ofelia no es la prisionera de su propia voluntad…». Un día me invita un cubano, en México, a una fiesta, y voy con mi mujer. Se acercan dos mujeres a saludarla y me dice una: «Le quiero presentar a mi esposo, porque después va a contarle algo». Y viene el tipo y me cuenta: que él primero había conocido a la amiga de su mujer, la que estaba ahí con ella, y le había enchufado el poema con su nombre, suponete, Patricia: «Esta Patricia no es la prisionera…». La cosa no caminó. Después conoció a la que fue su mujer, no sabía que eran amigas, y le enchufa el poema: «Esta Carolina no es la prisionera…». Ja, otra que me pasó fue una vez que justo salió un libro de Benedetti y uno mío, entonces nos hicieron una entrevista radial, pero en un café. Nos piden que cada uno lea un poema. Él leyó el suyo; yo, el mío, de amor. Termina la entrevista. Se me acerca una chica y me dice: «¿Ese poema es suyo?». Digo sí. «¡Hijo de puta!» «Mire, disculpe, el poema no será muy bueno pero yo soy un hombre decente.» «No -me dice-, hijo de puta el novio que tuve, que me lo mandó como que era de él.»
-A veces uno no puede usar ni su propio poema.
-Pero a mí eso me alegra, porque ¿quién dice que la poesía no sirve, que la poesía es inútil? Además, en el siglo II un filósofo chino, no me acuerdo el nombre, decía que todo el mundo habla de la utilidad de lo útil, pero nadie repara en la utilidad de lo inútil.
-Volvamos al eterno «para qué sirve la poesía».
-Ésa es una pregunta que se hizo, sobre todo, Hölderlin: ¿para qué poetas en estos tiempos mezquinos y miserables?
-Justamente.
-Sí, justamente.
-La abundancia de poetas abonará la teoría de las compensaciones.
-Mirá, los poemas son botellas al mar que por ahí llegan a la playa de un alma.
-Un alma, nada menos.
(…)
-Según pasan los años, ¿tus obsesiones se han ido modificando?
-Mirá, no se han modificado. Yo creo que todos los artistas pueden cambiar la expresión de sus obsesiones, pero por lo menos en mi caso, las obsesiones no cambian. Siempre tengo la imagen de sor Juana Inés de la Cruz de la espiral como definición de la belleza. Es decir, como si desde el punto donde esa espiral se inicia, también una obsesión se inicia en ese punto y da lugar a la espiral. Después, como si se mirara desde sus distintos puntos, cada vez más alto, cada vez más lejos, a la derecha, a la izquierda y todo lo demás… Mis obsesiones siguen siendo la niñez, el otoño, la muerte, el amor, la justicia social, la revolución. Pero además los hechos hacen que la calidad de la obsesión, su intensidad, se modifique; una cosa era cuando yo creía que estaba haciendo la revolución y otra cosa es lo que veo que pasó y está pasando. Entonces, en mi libro más reciente hay un poema que dice: «la revolución se paró en algún lado».
-¿Se paró o se bajó del mundo?
-Yo no he dicho eso, he dicho que se paró en algún lado… Yo ya sé que yo no la voy a vivir ni la voy a hacer.
-Pero sentís que alguna vez va a suceder.
-Después de tantos fracasos y errores, lo único que puedo decir es que es imposible mutilar en los seres humanos la capacidad de sueños, el deseo de cambio… Hay épocas muy grises, como la actual, que vivimos desde hace años y que viviremos unos años más todavía. Pero la historia enseña que al final algo cambia. Yo creo que en cada caso se cambia de una manera diferente y eso no lo puedo predecir. A pesar de todo el esfuerzo que este mundo globalizado, entre comillas, hace para manufacturar nuestra subjetividad a nivel mundial, para amansarnos, para convertirnos en tierra fértil para los autoritarismos… a pesar de todo yo creo que hay momentos en los que la gente dice basta. La historia muestra eso. ¿Cuándo, cómo, dónde va a ocurrir? No lo sé.
-Eso que llamamos condición humana, ¿ha avanzado al menos un centímetro? Hay hasta genocidios preventivos…
-Yo también digo ¿cómo es posible? Eso no creo que haya cambiado mucho, han cambiado sistemas sociales, pero no sé, no sé… He leído a Freud que habla del instinto de muerte y una cantidad de cosas como componente de la subjetividad humana. No lo veo ese cambio. Desde el comienzo de la historia que conocemos, esto viene ocurriendo. Si es posible que deje de ocurrir, no lo sé.
(…)
-¿La suposición del después de la muerte te sirve de algún consuelo?
-Bueno, yo no creo en la otra vida.
-¿Y si la hubiese?
-Bienvenida, no me voy a negar.
-Con Dios, ¿cómo te llevás?
-Hay una creencia que respeto, de mucha gente. Pero yo no creo en Dios, creo que es la creación de los hombres y no al revés… Soy ateo.
-Ateo, ¿nunca agnóstico?
-No, ateo. Lo que no quita que los místicos que te mencioné o toda esa indagación, empezando por la Biblia, siempre me ha interesado. Es un tema serio, más allá de la creencia o no creencia.
(…)
-En los años 70 se solía elegir entre Neruda y Vallejo. Vos ibas por Vallejo.
-Mirá, yo creo que Neruda es, evidentemente, un gran poeta. Pero hay poesía más afín a uno o menos afín. Hay grandes poetas que yo leo y no me tocan nada; no es culpa de ellos, es culpa mía. No hay que hablar de culpas en esto. Es una cuestión de afinidad espiritual, experiencia y todo eso.
-Ya Adán y Eva, parece, discutían qué es poesía. Para algunos, la palabra menos pensada. Para otros, la más pensada.
-Yo te hablo de mí: la escritura de un poema empieza por el primer verso, y hay que poder encontrarlo. Y después ya sigue sigue, sigue, sigue y cuando estás en un poema no es lo mismo que cuando lo terminaste o lo dejaste y lo ves desde otro lugar.
-¿Te das cuenta cuando te sucede el poema?
-Cuando estás en el poema, no sabés bien qué estás diciendo… simplemente me doy cuenta de que lo escribo, pero no de lo que escribo. Y después, cuando uno lo lee, dice bueno, esto está más o menos, esto suena mal, o este poema no se logró y va a la basura.
-¿El trabajo de corrección sobre el texto puede llegar a ser otra etapa de la inspiración?
-En mí no. Corrijo poco; es decir, tiro aquello que me parece que no salió. El poema está o no está. Y después soy consciente de que tiene imperfecciones pero no me pongo a componerlo.
-Entrarías así en la fabricación del poema.
-Claro, pero, te hablo de mí, hay otros poetas que no, y no es que sean malos poetas, todo lo contrario, son muy buenos y es probable que si yo me dedicara a corregir, mis cosas saldrían mejor. Pero a mí lo que me interesa es el acto de la poesía, y siento que lo traiciono si me pongo a corregir mucho… Como el que escribe es otro, cuando yo corrijo siento que estoy corrigiendo a otro. Y eso no se hace.
(…)
-Graham Greene insistía en que la naturaleza humana no es blanca y negra, sino negra y gris. Para Gelman, ¿cómo es?
-Negra, gris y de todos los colores, hasta los que no existen en la naturaleza.
-Cuando te nombran como un «poeta político», ¿cómo te suena?
-¿Dirías que Arquíloco fue un poeta político? Y sin embargo, escribió poemas pacifistas. ¿Dirías que Shakespeare fue un poeta político? Y sin embargo, nadie como él indagó las crueldades y las infamias de la lucha por el poder. No me estoy comparando, desde luego, no hay que hacer comparaciones, como decía Gardel. Creo que la poesía es palabra calcinada, que su único tema es la poesía.
-Entonces se puede hablar de todo en la poesía.
-Se puede hablar de todo. Hasta de amor.
-¿Cómo imaginás la literatura argentina si Borges no hubiera nacido?
-No me la puedo imaginar. Como no me la puedo imaginar sin Cortázar y tantos otros. La literatura es un tejido. Si alguno falta, queda un agujero.
(…)
Ya en la vereda, caminamos por Castro Barros. Una cuadra y doblamos por Don Bosco, paredes sembradas con escrituras en aerosol. Su semblante lo dice: a Gelman esta ciudad le produce alegría. Mientras el fotógrafo hace, me pongo a conversar con hebras entresacadas de un libro suyo. Gelman se retrata en una línea:
-«Miro mi corazón hinchado de desgracias…»
-Pese a todo, pese a tanto, Juan, con nosotros el amor.
-«Somos los que encendimos el amor para que dure, para que sobreviva a toda soledad. Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente al dolor antes de merecer esta esperanza.»
-La esperanza, ¿derecho o deber? ¿Podemos elegir?
-«Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices.»
-¿Sólo eso?
-«Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser inocente, esta pureza en que ando por impuro… este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados.»
(…)
¿Podría ser ahora, Juan, que suspendiéramos toda palabra dicha en voz alta, dicha en grito o dicha en escritura?
¿Podría ser que nos diéramos aquí mismo un abrazo a pleno sol en la plena noche?
A este encuentro le queda todavía media hora. Luego nos llevará un viejo Peugeot 404 modelo 69. La ciudad atorada, espesa de autos y bocinazos. Pero la alegría del poeta no amaina. Imperdonable lo mío, empecé con pregunta grave, concluyo con otra semejante:
-Hace un rato, Juan, me dijiste que la muerte te molestaba. No me dijiste por qué.
-Porque no me va a permitir que siga queriendo a los que quiero.

  

© LA NACION

 

Entrevista íntegra :

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enero 26, 2010

…en una palabra

Filed under: Cine, Literatura, Uncategorized — Etiquetas: , , , — labalaustra @ 11:59 pm

 

ragnarok993

 

…et moi, Cyrano-Savinien-Hercule
De Bergerac.

 

enero 25, 2010

…lentamente en el mundo.

 

 

LUIS DE CAMOENS

 

Irme quiero, madre,

a aquella galera,

con el marinero

a ser marinera.

 

Madre, si me fuere,

do quiera que vo,

no lo quiero yo,

que el Amor lo quiere.

Aquel niño fiero

hace que me mueva

por un marinero

a ser marinera.

 

Él, que todo puede,

madre, no podrá,

pues el alma va,

que el cuerpo se quede.

Con él, por quien muero,

voy,  porque no muera:

que si es marinero,

seré marinera.

 

Es tirana ley

del niño señor,

que por un amor

se deseche un rey.

Pues desta manera

quiero irme, quiero,

por un marinero

a ser marinera.

 

Decid, ondas,  ¿cuándo

vistes vos doncella,

siendo tierna y bella,

andar navegando?

Mas ¿qué no se espera

daquel niño fiero?

Vea yo quien quiero:

sea marinera.

 

 

Fuente original

Cancionero y romancero español (1969)

Dámaso Alonso

 

© Salvat Editores S.A.

© Alianza Editorial S.A.

 

Bangzália

 

leomartins82

Bangzália

Instrumental theme composed by brazilian maestro Antonio Carlos Jobim.
Images from ‘Mata Atlantica’ ecosystem, Brazil.

 

 

 

enero 24, 2010

…un innoble porc!

 

 lbena65

 «Montparnasse 19» (1958),

Jacques Becker

 

 

enero 23, 2010

….es el amor que pasa.

 

NO CREO EN LA ETERNIDAD

Mas sé que el tiempo es cóncavo
y reaparece por la espalda
sobresaltándonos de pronto
con sus inútiles charadas.

¿Te amaré ayer?
¿Te amo hoy en día?
¿No te amé acaso, todavía, mañana?

No creo en la Eternidad.
mas si algo ha de quedar de lo que fuimos
es el amor que pasa.

                                             

                                 Ángel González

 

 

Hello Twitterverse!
We r now LIVE tweeting from the
International Space Station
 — the 1st live tweet from Space! 🙂
More soon, send your ?s

Timothy Creamer, aka Astro_TJ 

 

enero 22, 2010

…five minutes alone

 

gagan33000

Sam Cooke- One More Time

I’m so lonely tonight

if I could only hold you once more
if I could only kiss you once more
if I could only see you one more time, one more time

things wouldn’t be the way the are now
I’d make you see I loved you somehow
if I could only see you one more time

so please say you’ll let me see you
five minutes alone
it’s so hard to make you understand
talking on the phone

I’d like you to know I know I was wrong
I’d like you to know my love is still strong
yee, but I’d like to see you one more time

I’m so lonely tonight

 

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